Cómo proteger el hígado del daño causado por el alcohol
Aunque muchas veces parece estar relegado en comparación a otros órganos, como el corazón o el cerebro, el hígado cumple funciones cruciales para el funcionamiento de nuestro organismo. Entre ellas se destacan:
- Almacenar energía.
- Ayudar a digerir alimentos.
- Eliminar del cuerpo diferentes tipos de toxinas.
- Metabolizar las grasas, carbohidratos y proteínas.
- Procesar la hemoglobina.
- Procesar los medicamentos.
- Producir y equilibrar la glucosa.
- Regular la coagulación sanguínea.
- Regular los niveles de aminoácidos en sangre.
Cómo impacta el alcohol en el hígado
Cuando bebemos alcohol, este pasa inmediatamente a la sangre, donde es transportado hacia el hígado para ser metabolizado por unas células llamadas hepatocitos.
Durante este proceso el alcohol se "oxida" y transforma en una sustancia llamada acetaldehído, principal responsable de los efectos nocivos del alcohol, como resaca alcohólica, activación de sustancias inflamatorias que dañan las células hepáticas, y mayor riesgo de desarrollar cáncer, cirrosis, esteatosis, fibrosis hepática o hepatitis alcohólica.
Este proceso también puede provocar un incremento en los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre, un aumento del ácido úrico y un descenso de los niveles de glucosa.
A su vez, ciertos factores pueden aumentar el riesgo de sufrir estos daños:
- Consumir tabaco.
- Mezclar el alcohol con medicamentos.
- Ser mayor de 45 años.
- Ser mujer.
- Ser obeso.
En ningún caso el alcohol es beneficioso para la salud, pero, en caso de beberlo, el consumo recomendado es hasta dos tragos diarios para los hombres y uno para las mujeres. Un trago equivale aproximadamente a un vaso de cerveza, una copa de vino o una medida de bebida destilada.
La diferencia entre sexos parte de que los hombres generalmente poseen más agua en el cuerpo, por lo tanto, si bebieran la misma cantidad, la concentración de alcohol en sangre para la mujer tendería a ser mayor.
Cómo proteger el hígado
Para proteger al hígado de los efectos nocivos del alcohol, en primer lugar, se deben limitar o evitar consumir bebidas alcohólicas. También se aconseja extender esta precaución a otros tipos de alimentos que pueden afectar la función hepática, como los azucarados, ricos en grasas saturadas y trans, ultraprocesados, salados y carnes rojas.
En cambio, incluye en la dieta alimentos que estimulan la función depurativa del hígado, como como avena, arándanos, cítricos, espárragos, frambuesas, frutos secos, pescados, probióticos o uvas, entre otros.
Beber suficiente agua es otro aspecto crucial, ya que cuando no hay suficiente líquido en el cuerpo, actividades como el metabolismo y la descomposición de grasas para uso celular se complican. Los expertos aconsejan tomar entre 2 y 2 ½ litros de agua al día para favorecer una correcta función hepática.
El ejercicio también es importante, ya que ayuda a bajar de peso, y con ello el hígado y sus enzimas pueden trabajar mejor. No es necesario que empieces realizando grandes esfuerzos, una simple caminata es un buen comienzo y a medida que te sientas más cómodo podrás aumentar la intensidad.
Finalmente, no olvides realizar los chequeos médicos. Las enfermedades hepáticas no suelen causar síntomas fácilmente identificables en etapas tempranas, por lo que visitar con frecuencia al doctor es la mejor forma de anticiparse a su aparición o desarrollo.
Para recordar:
Hasta contar con evidencia científica significativa proveniente de ensayos en humanos, las personas interesadas en utilizar terapias a base de hierbas y suplementos deben tener mucho cuidado.
No abandones ni modifiques tus medicamentos o tratamientos, antes habla con el doctor sobre los potenciales efectos de las terapias alternativas o complementarias.
Recuerda, las propiedades medicinales de las hierbas y suplementos también pueden interactuar con los fármacos recetados, con otras hierbas y suplementos, e incluso alterar tu dieta.
Fuentes consultadas: Base Exhaustiva de Datos de Medicamentos Naturales, Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Clínica Mayo, Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales, Instituto Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa.
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