Formación de la placenta
Muchas personas tienen ideas equivocadas sobre cómo se alimenta y respira en el útero un embrión en crecimiento.
Desde las etapas iniciales de su desarrollo, el embrión en crecimiento necesita de nutrición y oxígeno, así como de un sistema mediante el cual pueda deshacerse de los desechos de su propio metabolismo. Todo esto es completado por la placenta, que permite que el embrión en crecimiento coma y respire mientras se encuentra en el útero de la madre.
Para entender un poco cómo se formó la placenta, volvamos al día 8. Esta bola vacía de células que se mueve a lo largo del útero es el blastocisto en busca de un lugar para implantarse. Aquí se ve su capa exterior a medida que comienza a extenderse y a implantarse en el recubrimiento uterino en busca de los vasos sanguíneos que le proveerán nutrición durante el embarazo.
A medida que fue hundiéndose, una sola capa de células del revestimiento uterino de la madre lo rodeó para protegerlo de cualquier daño. En el día 9, a medida que se hizo más grande y más completo, el blastocisto se convirtió en un embrión. En este momento está del tamaño de la cabeza de un alfiler.
También en el día 9, la capa exterior del embrión desarrollo espacios llamados lagunas. Las lagunas se llenaron de sangre del recubrimiento uterino de la madre.
En el día 13, pequeñas proyecciones de la capa coriónica se extendieron hacia el revestimiento uterino. La capa coriónica es una de las membranas que rodean al embrión y le ayudan a implantarse.
Entre los días 15 y 21, los vasos sanguíneos comenzaron a formarse debajo de la capa coriónica.
Por el día 21, el torrente sanguíneo del embrión y el de la madre tenían un contacto tan estrecho que los nutrientes y el oxígeno podían pasar de la madre al embrión. Así fue como el embrión obtuvo al principio el aire y la comida de la madre. Técnicamente, fue en este momento que la placenta comenzó a funcionar.
Ampliemos esta área, para usted pueda observar de lo que estamos hablando. Aquí se ven una vena y una arteria del embrión en estrecho contacto con la sangre del revestimiento uterino de la madre. Dentro de los vasos sanguíneos, también se pueden ver los glóbulos rojos, que son los que transportan el oxígeno.
Los dos torrentes sanguíneos están separados por una delgada capa de tejidos en la placenta llamada barrera sanguínea. La barrera permite que pequeñas partículas, como nutrientes y oxígeno, pasen de la madre al embrión y permite que los desechos pasen del embrión a la madre. La barrera sanguínea también evita que muchas partículas de gran tamaño o potencialmente dañinas entren al torrente sanguíneo del embrión. Aquí se ve cómo los glóbulos rojos no pasan del torrente sanguíneo de la madre al del embrión.
Quizás uno puede preguntarse cómo es posible que los glóbulos rojos de la madre puedan ser perjudiciales para el bebé que está creciendo y que sea importante mantener separados los dos torrentes sanguíneos. Si el tipo de sangre de la madre es positivo y el del embrión es negativo, los glóbulos de la madre tratarían al embrión como un organismo foráneo invasor e intentarían destruirlo.
Ahora usted puede entender porqué la placenta y su barrera sanguínea son importantes para suministrar nutrición y oxígeno al embrión en crecimiento, para eliminar los productos desechados y para prevenir que sustancias perjudiciales lleguen a su torrente sanguíneo.
Actualizado: viernes 12 de noviembre de 2021
Versión en inglés revisada por: John D. Jacobson, MD, Department of Obstetrics and Gynecology, Loma Linda University School of Medicine, Loma Linda, CA. Also reviewed by David Zieve, MD, MHA, Medical Director, Brenda Conaway, Editorial Director, and the A.D.A.M. Editorial team.
Traducción y localización realizada por: HolaDoctor, Inc.
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