¿Tu hijo adolescente toma bebidas alcohólicas?
Las bebidas alcohólicas ya se consumían hace al menos 5,000 años. El consumo de alcohol ha formado parte de nuestra historia durante siglos. Las personas beben alcohol para celebrar y relajarse, sienten que facilita la socialización. Pero su consumo ha ocasionado controversias, sobre todo a la luz de los estudios epidemiológicos y clínicos que dan fe de sus efectos adversos a corto y largo plazo.
El consumo de bebidas alcohólicas tiene una fuerte acción sobre el cerebro. Actúa directamente sobre él, y sus efectos son a corto, mediano y largo plazo. Las personas tienen dificultad para comprender y manejar su acción. Obviamente a corto plazo y con un consumo moderado produce sensaciones placenteras que son el reforzador para repetir su consumo.
De acuerdo con la encuesta nacional 2015 sobre consumo de drogas y salud (NSDUH 2015) se estima que el 56.0 % de los Norteamericanos tomaron bebidas alcohólicas en el último mes y la prevalencia de consumo excesivo de alcohol en el 2015 fue del 26.9 % en las personas mayores de 18 años. Se calculó que 623,000 adolescentes de 12 a 17 años de edad (el 2.5 %) tenían algún trastorno por consumo de alcohol.
El consumo de bebidas alcohólicas es una conducta muy extendida, está disponible con gran facilidad, y se promueve su consumo en la mayoría de los grupos sociales. Varios intentos para controlarlo han sido infructuosos, como ocurre con otras sustancias que generan placer y tienen potencial adictivo.
¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos?
La clave está en la educación y la prevención. Al igual que con el sexo responsable, el consumo de bebidas alcohólicas tiene que ocurrir bajo el paraguas de una decisión basada en información certera y a una edad donde su impacto sea bien manejado. Por lo que es básico una comunicación efectiva con los hijos, sin sermonear, más importante es comprender sus motivos y buscar ayuda terapéutica en caso necesario.
¿Cómo afecta el consumo de bebidas alcóholicas?
Sus efectos varían entre los individuos por distintos motivos, como pueden ser: la frecuencia y cantidad, la velocidad del consumo, la edad, el estado de salud, el consumo de otras sustancias que interaccionan con las bebidas alcohólicas, los antecedentes familiares y personales de adicción.
Sin duda hay una predisposición heredo- familiar a desarrollar adicciones como el alcoholismo. Estas variable explican porque algunos desarrollan conductas patológicas y otras no. Por lo tanto estos son factores que debemos tener en mente a la hora de decidir iniciar su consumo y siempre hacerlo con moderación.
Se sabe que el cerebro de los niños y adolescentes están en un proceso intenso de desarrollo y crecimiento, que facilita que cualquier sustancia que actué sobre él tenga un impacto importante, por lo tanto estos son periodos críticos de la vida donde más debemos protegernos de sus efectos.
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