Transgénero ya es mujer gracias al Obamacare
Devin Payne (foto, arriba) pasó años sin seguro médico, teniendo pocas necesidades de salud y poco dinero para pagarlas. Hasta que un día, Payne, que tenía una esposa y cuatro hijos, se dio cuenta que ya no podía seguir viviendo como hombre.
A comienzo de sus 40s, ella cambió su nombre, comenzó a usar faldas cortas y se dejó crecer su pelo de color rubio arena. Y comenzó a tomar hormonas femeninas, lo que le generó un aumento de senos y masa muscular en su cuerpo de 6’ 1’’ de altura.
El próximo paso fue cambiar de sexo a través de una cirugía. Para eso, Payne, que hoy tiene 44 años, supo que necesitaba cobertura médica. “No es una simple, sencilla y mágica cirugía”, dijo Payne, quien trabaja como fotógrafo en Palm Springs, California. “Tratar de hacer esto sin seguro es un gran riesgo”. Las cosas pueden salir mal... puede ser muy malo no tener dinero para pagar”.
Payne aprendió en el otoño pasado que podía calificar para subsidios a través del mercado de seguros estatal, Covered California, porque su ingreso no superaba los $46,000 al año. Ansiosamente se registró en marzo en un plan de Blue Shield de unos $230 por mes, y comenzó a organizar los preparativos para la cirugía que iba a cambiar su vida.
Una “condición preexistente”
Entre las implicaciones menos comentadas de la Ley de Cuidado de Salud está el alivio que proporciona a personas transgénero, muchas de las cuales son de bajos recursos y han luchado para obtener la cobertura de salud.
Para las personas transgénero muchas veces es difícil tener trabajos que ofrecen seguros de salud y el costo de comprar cobertura en el mercado privado puede ser prohibitivo. Algunos también han sido rechazados por coberturas tras ser diagnosticados con “desorden de identidad de género”, a menudo considerado una condición preexistente.
Sin seguro, muchas personas no pueden pagar por las hormonas, cirugías y consejería necesarias para completar sus transiciones. Menos aún tener cobertura en caso de complicaciones quirúrgicas, las cuales pueden incluir infecciones.
“Todavía dependemos del seguro y de la comunidad médica para poder vivir de manera auténtica”, dijo Aydin Kennedy, coordinador del programa de salud trangénero del St. John’s Well Child and Family Center en Los Angeles.
Ahora, la ley federal prohíbe a las compañías de seguros de salud que discriminen a las personas transgénero, y prohíbe que las aseguradoras nieguen cobertura en base a condiciones preexistentes. Esto permite que más transgéneros compren seguros privados. Y en los estados que expandieron sus programas de Medicaid, aquéllos con bajos ingresos pueden tener cobertura gratis.
Las regulaciones federales anti discriminación aún deben escribirse, pero los reguladores de seguros en California han dicho que las compañías deben tratar a los pacientes transgénero de la misma manera que a otros pacientes. Por ejemplo, si el plan cubre hormonas para mujeres en la post menopausia, también deben cubrirlas para mujeres transgénero. Medicare, el programa para los adultos mayores y personas con discapacidades, levantó la prohibición sobre las operaciones para reasignar sexo a comienzos de este año.
“La ley y la normativa están del lado del transgénero por primera vez”, dijo Anand Kalra, administrador del programa de Transgender Law Center, en Oakland.
Conservadores y grupos religiosos se oponen al uso de fondos del gobierno para cirugías transgénero, cuestionando si son necesarias desde el punto de vista médico, éticas o efectivas.
“Nos oponemos a las operaciones de cambio de sexo en su conjunto”, dijo Peter Sprigg, becario senior en el Family Research Council en Washington, D.C. “Pero como una cuestión de política pública, tenemos un sentimiento fuerte al ver que los contribuyentes tienen que pagar por esto”.
Algunos obstáculos aún persisten para los pacientes transgénero. No hay muchos doctores especializados en el cuidado de transgéneros. Y mientras la ley abre la puerta a la cobertura de salud, las aseguradoras pueden establecer condiciones y no aprobar los pagos de manera automática.
“Las compañías de seguros van haciendo sus propias reglas sobre la marcha”, dijo Kalra, del Transgender Law Center.
“Sentirse completa”
Cuando estaba creciendo en Kansas, Payne recuerda tratar de usar los vestidos de su mamá y de vestirse como niña cada año para Halloween. Soñaba con tener otra vida después de ésta, como niña. Pero Payne contó que anuló sus sentimientos y trató de vivir cumpliendo con las expectativas para un varón.
“Saqué lo otro de mi cabeza”, contó.
Se casó con una mujer que conoció en el trabajo y tuvieron cuatro niños, que ahora tienen entre 7 y 22 años. Pero nunca se sintió confortable en el rol tradicional de padre y proveedor.
“Era horrible para eso porque simplemente no era lo que yo era”, dijo. Entonces, Payne se convirtió en el cuidador principal, cumpliendo el “rol de mami”, trabajando desde su casa construyendo plataformas software para compañías farmacéuticas.
Se sentía tremendamente ansiosa, hasta que, a finales del 2012, un terapeuta la ayudó a darse cuenta que debía vivir como mujer. Payne dijo que toda su visión de la vida cambió cuando comenzó a tomar hormonas femeninas.
"Toda mi ansiedad y todas las cosas malas que venía sintiendo simplemente desaparecieron”, dijo.
Payne le dijo a su esposa, quien se enojó y le dijo a Payne: yo me casé con un hombre, no con una mujer. Pero también admitió que no estaba del todo sorprendida. Con sentimientos encontrados, la esposa de Payne se mantuvo en el matrimonio, y la familia se mudó de Kansas a California, en parte para que Payne pudiera estar más cómodo viviendo como una mujer transgénero. Rentaron una pequeña casa en un vecindario de clase media en las afueras de Palm Springs y enviaron a sus niños a escuelas públicas.
A finales del año pasado, la esposa de Payne, quien luchó años contra el alcoholismo, murió a causa de una enfermedad en el hígado.
Payne contó que sus niños se preocuparon sobre cómo la gente reaccionaría a su transición, pero ella contó que pronto se dieron cuenta que no era un gran tema como habían temido. Cuando Payne llevó cupcakes para el cumpleaños de su hija de 7 años a la clase el año pasado, los niños preguntaron si era niña o niño. Luego que Payne les dijo que era una niña, “ellos sólo se enfocaron en los cupcakes”.
En California, Payne encontró amigos transgénero y se convirtió en un activista en su comunidad. “Encuentras que hay un mundo completo de personas afuera”, dijo Payne, que usa poco maquillaje y joyas y se llama a sí misma “un tipo de chica con falda y t-shirt”.
Payne se sintió lista para la cirugía. Comenzó a llamar a los proveedores autorizados en la red de proveedores de Blue Shield. Pero estaban con sus agendas completas por meses, o años. Ella sintió que no podría esperar, quería realizar la cirugía mientras sus hijos estaban en las vacaciones de verano así podía viajar a la casa de sus padres en Kansas para recuperarse. Encontró finalmente un doctor por fuera de la red en Palo Alto, que podía hacer la cirugía en un mes.
“El tiempo era el correcto y quería lograr que se hiciera”, dijo.
Su póliza de Blue Shield dijo que la cirugía de reasignación de sexo —que utiliza tejido existente para construir los genitales femeninos— podría ser cubierta si el paciente cumplía con ciertos lineamientos. Por ejemplo, tuvo que recibir un diagnóstico de trastorno de identidad de género y manifestar un “deseo expreso” de vivir como un miembro del “sexo opuesto”.
Para el día de la cirugía, Blue Shield había autorizado la operación pero no había determinado exactamente cuánto pagaría por el proveedor fuera de la red. Payne tenía un cheque por cerca de todos sus ahorros, unos $27,000, para pagarle al doctor, con la esperanza de que su plan médico le reembolsaría gran parte del gasto. Se preocupó por todos los otros gastos también, incluida la estadía en el hospital, las pruebas de laboratorio y los servicios del anestesista.
El día de la cirugía en el Sequoia Hospital en Redwood City, Payne dijo que recuerda haber sido trasladado en silla de ruedas a la sala de operaciones y sentirse muy calmada. Cuando despertó, con la mascarilla de oxígeno todavía en su rostro y utilizando la bata de hospital, un amigo le dijo que la cirugía había salido bien, sin ninguna complicación inmediata.
Más tarde ese mismo día, tuvo la energía suficiente para escribir unas palabras en su página de Facebook: “Sintiéndome completa”.
Agradecido por la cobertura
En una tarde bulliciosa de principios de julio, unas seis semanas después de la operación, Payne y sus amigos se sentaron en el patio, al lado de la piscina. El gato de Payne y dos perros vagaban por debajo de sus pies.
Payne dijo que sufrió algunas complicaciones posteriores —algo de inflamación y una infección—, pero se recuperó con la medicación y el apoyo de amigos.
Ella todavía está tratando de averiguar cuánto tiene que pagar de su propio bolsillo por la cirugía y la estadía en el hospital, y cuánto le terminará reembolsando su plan. Piensa que las pruebas de laboratorio, los servicios de patología y anestesiología, así como las visitas de seguimiento con el médico están todas cubiertas.
Sin embargo, recientemente recibió un detalle de cuenta en la que decía que debía $17,000 por el costo total de la cirugía.
Payne cree que el gobierno y las compañías de seguros deberían ayudar a cubrir este tipo de cirugías. La población de pacientes transexuales que desean operarse es pequeña, y ella asegura que son menos propensos a sufrir problemas de salud mental, una vez que se la realizan.
Payne dijo que está agradecido por cualquier cobertura que pueda recibir. Su amiga Jenny Taylor, que quizo permanecer con ella durante la recuperación, la ha pasado peor con su seguro.
Una transgénero que acaba de surgir como mujer, que se ríe con facilidad y lleva coloridos trajes y las uñas pintadas, Taylor compró una póliza a través del mercado de intercambio en Tennessee. Pero pronto se enteró que su médico no estaba en la red del plan y que tenía que pagar en efectivo por todo, sin esperanza de reembolso.
"Mi seguro, a pesar de que finalmente conseguí, era inútil," dijo ella.
La póliza tampoco pagaría por sus hormonas. Un farmacéutico le dijo que el medicamento era para las mujeres, y en su identificación todavía aparece como varón. Taylor se mudó recientemente a Palm Springs y dijo que ahora planea solicitar un seguro a través de Covered California.
"Estoy muy frustrada", dijo. "Al fin y al cabo, estamos tratando de ser nosotras mismas".
Payne estuvo de acuerdo, diciendo que por fin se siente que su cuerpo coincide con lo que ella es realmente: una mujer. "Todo parece más natural", dijo.
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