Nuevos tratamientos para COVID-19
El Reino Unido acaba de aprobar la primera píldora para tratar los síntomas de COVID-19. Molnupiravir, producido por el laboratorio Merck, es el primer tratamiento para pacientes diagnosticados con la infección. La terapia de dos píldoras al día, que se desarrolló originalmente para tratar la gripe, demostró en los ensayos clínicos que reducía el riesgo de hospitalización y muerte por COVID a la mitad.
En los Estados Unidos, la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) está evaluando una píldora similar producida por el laboratorio Pfizer, que, en pruebas clínicas, redujo el riesgo de hospitalización y muerte por COVID en un 89% en adultos con riesgo de desarrollar una forma severa de la enfermedad.
En octubre de 2020, la FDA aprobó el uso de remdesivir, un tratamiento clínico para personas hospitalizadas por COVID. Esta terapia líquida se administra una vez por día por cinco a 10 días a través de una inyección. La extensión del tratamiento depende de cuán bien responde el organismo del paciente. Remdesivir solo se puede administrar en un entorno hospitalario, no en un paciente ambulante.
Las nuevas píldoras, la aprobada en el Reino Unido y la analizada por la FDA, actúan un paso antes, previniendo la hospitalización y, eventualmente, la muerte.
Autoridades sanitarias británicas explicaron en comunicados a la población que molnupiravir funciona bien si se administra dentro de los cinco primeros días de la aparición de los síntomas de COVID para tener máxima efectividad.
La nueva generación de drogas contra COVID son las primeras que se pueden usar por vía oral, y no por una inyección.
Cómo funciona molnupiravir
La droga aprobada en el Reino Unido tiene como objetivo atacar una enzima (una forma de proteína que genera una reacción química) que usa el coronavirus para hacer copias de sí mismo y diseminarse en el organismo.
El medicamento introduce "errores" en el código genético del virus, lo que evita que se multiplique. Al mantener los niveles de virus bajos en el cuerpo, se reduce la posibilidad de que la enfermedad evolucione a una forma severa, a la vez que acelera la recuperación.
El laboratorio Merck dijo que el mecanismo químico de molnupiravir hace que pueda ser efectivo para tratar distintas variantes de COVID.
En un ensayo clínico con 775 pacientes, en el cual a la mitad se le dio molnupiravir y a la otra, un placebo, mostró que del grupo que tomó la nueva medicina 7.3% de los pacientes fueron hospitalizados, contra 14.1% en el grupo que tomó un placebo. Otro ensayo con 202 pacientes arrojó resultados similares.
Estas pruebas revelaron una alta tolerancia a la medicación, sin efectos secundarios graves.
La próxima generación
Un ensayo de la nueva droga de Pfizer también con 775 pacientes mostró que si se administraban 30 píldoras por cinco días, se reducía en 89% el riesgo de hospitalización. El grupo que tomó un placebo tuvo siete muertes, comparado con ninguna en el grupo que tomó la droga que ahora está analizando la FDA.
La droga de Merck aprobada en Europa también está en la fila: la farmacéutica ya presentó los documentos de sus investigaciones a la FDA.
El recorrido terapéutico que la ciencia está avanzando con COVID es similar al de la influenza: encontrar medicamentos que traten la infección sintomática, y prevengan la enfermedad grave, la internación y la muerte.
Sin embargo, todavía está por verse si estas prometedoras medicaciones se convertirán realmente en terapias que cambien las reglas de la pandemia. Y acaben con ella.
Todavía gran parte del mundo en desarrollo espera su turno para recibir las vacunas. Además, las nuevas píldoras necesitan una pieza clave de la prevención en salud pública: el diagnóstico temprano.
COVID debe diagnosticarse dentro de los primeros cinco días de la infección, para que estos medicamentos alcancen su máximo potencial preventivo. Muchas naciones carecen de la infrestructura sanitaria necesaria para testear a miles de personas.
Las farmacéuticas prometen millones de cursos de tratamiento listos en la cadena de producción para principios de año.
En los Estados Unidos, el proceso de autorización de un nuevo medicamento puede llevar años. Sin embargo, en medio de una pandemia que ha matado a millones, el papeleo se ha acelerado, y los reguladores tienen respuestas más rápidas, especialmente cuando los ensayos clínicos se muestran prometedores.
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