Síntomas de COVID: cuándo debes ir al médico
El mundo ha encontrado un respiro en 2021: en la mayoría de los países avanzan las campañas de vacunación contra el COVID-19, hay más personas inmunizadas y muchas sociedades están volviendo a la normalidad. Sin embargo, no hay que olvidar que el coronavirus sigue circulando, que hay nuevas variantes más infecciosas y que, aun vacunado, puedes contraerlo y enfermarte.
Por eso, es muy importante que, si no te estás sintiendo bien, reconozcas los síntomas del COVID-19 y vayas al médico de inmediato. La atención temprana puede no solo evitar complicaciones de salud, los síntomas de largo plazo y hasta la muerte, sino también prevenir que infectes a otros.
Si la prueba para COVID da positivo, con el diagnóstico en mano, trabajarás junto con tu médico en un plan de aislamiento y tratamiento para salir ileso de la infección.
Al tener un diagnóstico, tu médico podrá recetarte la medicación adecuada para superar la infección.
No temas ir al consultorio. Durante 2020, solo en los Estados Unidos un estimado de 41% de las personas evitaron, abandonaron o atrasaron tratamientos médicos por temor al COVID-19. Sin embargo, las medidas de protección estrictas, sumado a la mayor inmunidad colectiva por la vacunación, han logrado que ahora los espacios médicos sean de los más seguros.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) indican los siguientes síntomas como los principales para sospechar la infección por coronavirus. Pero el organismo de cada persona puede reaccionar de manera diferente. Por eso, algunas pueden presentar ciertas señales y no otras. Los síntomas reportados por personas que tuvieron COVID son:
- Fiebre o escalofríos
- Tos
- Dificultad para respirar (sentir que te falta el aire)
- Fatiga
- Dolores musculares y corporales
- Dolor de cabeza
- Pérdida reciente del olfato o el gusto
- Dolor de garganta
- Congestión o moqueo
- Náuseas o vómitos
- Diarrea
Aunque la mayoría de los casos de COVID-19 han sido en adultos y adultos mayores, el coronavirus puede infectar a cualquiera, no discrimina por edad. Por eso, también es importante prestar atención a los síntomas en niños y adolescentes, y no desestimarlos como si se tratara de un simple resfriado o de una alergia estacional.
Especialmente si el menor tiene una afección subyacente que pueda no solo abrirle la puerta al coronavirus sino empeorar la infección. Algunas de estas afecciones pueden ser: asma o enfermedad pulmonar crónica, diabetes, trastornos neurológicos, metabólicos o genéticos, enfermedad de células falciformes, enfermedad cardíaca congénita, y obesidad.
En hogares multigeneracionales, hay que prestar atención especialmente a los síntomas de aquéllos miembros de la familia que tal vez no pueden expresarlos por sí mismos, como niños pequeños o abuelos mayores con Alzheimer.
El atraso en la atención del COVID-19 puede hacer que las consecuencias de haber estado infectado perduren por más tiempo, y se presente daño en órganos como los pulmones, incluso cuando ya no hay coronavirus circulando por el organismo.
Y eso es lo que menos necesitamos los hispanos. En los Estados Unidos por ejemplo, la comunidad latina ha sufrido de manera desproporcionada el impacto de salud y económico a causa del COVID.
Por la misma situación económica y por miedo a perder el empleo en un mercado laboral duramente afectado por la pandemia, los latinos no han dejado de trabajar, aun sintiéndose enfermos. Pero esta es una decisión riesgosa: no recuperarse adecuadamente puede lesionar aun más la productividad en el mediano y largo plazo, se terminarán perdiendo más días de trabajo, y el organismo pagará las consecuencias de la falta de atención médica.
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