Tratamiento de plasma contra COVID, ¿es seguro?
La Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) otorgó una aprobación de emergencia a la terapia para COVID-19 que usa el plasma de personas recuperadas.
Cuando una persona se enferma con COVID-19, su sistema inmune, el mecanismo de defensa del organismo, genera anticuerpos que luchan contra la infección.
Estos anticuerpos literalmente flotan en el plasma de la sangre, que es el líquido en donde están las células sanguíneas.
Los médicos pueden separar el plasma de la sangre, y aislar los anticuerpos. Este derivado del plasma o plasma convaleciente, como se lo llama, y los anticuerpos que contienen, ayuda al organismo de una persona infectada a combatir la enfermedad hasta tanto genere sus propios anticuerpos.
Si bien la aprobación se otorgó ahora, ya se estaban realizando tratamientos bajo lo que se conoce como "uso compasivo", que ocurre cuando se ve empíricamente, en hospitales, que un tratamiento funciona aunque no haya pasado por todos los canales de aprobación del proceso científico.
En mayo, la Clínica Mayo publicó un estudio con 20,000 pacientes de COVID demográficamente diversos (cerca del 40% fueron mujeres, 20% afroamericanos, cerca de 35% latinos y 5% asiáticos). Esta intervención demostró que el tratamiento con plasma de personas recuperadas reducía el número de muertes y reducía los síntomas.
“Nuestros esfuerzos por comprender el plasma convaleciente continúan”, dijo Michael Joyner, autor principal del artículo al momento del lanzamiento. "Somos optimistas, pero debemos mantenernos objetivos a medida que evaluamos cantidades crecientes de datos".
Hasta el momento, no se han registrado efectos secundarios de relevancia durante el uso de la terapia con plasma convaleciente en pacientes con COVID. Pero todavía hay un largo camino de investigación por recorrer.
Antes, en abril, Stephen Hahn, comisionado de la FDA había dicho que las personas recuperadas debían donar su plasma. Ahora la entidad federal aprobó el tratamiento, sin embargo, el doctor Francis Collins, director de los Institutos Nacionales de Salud, y el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, expresaron preocupación por la aprobación de emergencia.
Ambos científicos dicen que la evidencia científica sobre el uso de plasma convaleciente para tratar a pacientes de COVID todavía es débil. El debate en la comunidad es cuánta evidencia se necesita para legitimar un tratamiento.
¿Qué es una aprobación de emergencia?
Habitualmente, el proceso de aprobación de un medicamento es un proceso lento, que en ciertos casos puede llevar años. La potencial droga se prueba en estudios clínicos que tienen tres fases: desde el uso y seguridad en animales hasta en miles de seres humanos.
Sin embargo, cuando hay una urgencia de salud pública, como la pandemia de COVID-19 que estamos viviendo, los mecanismos se aceleran y se pone en marcha lo que se conoce como "fast track".
Si se observa en hospitales que una nueva droga está funcionando, se le otorga una aprobación de emergencia, para que más personas puedan beneficiarse de su uso.
Es lo que acaba de ocurrir con la terapia con plasma de personas recuperadas.
Desesperada búsqueda de tratamientos
Miles de laboratorios en todo el mundo están corriendo una carrera contra el tiempo para descubrir drogas que puedan aliviar los síntomas de COVID-19, la enfermedad que se puede desarrollar al contraer el nuevo coronavirus.
Por supuesto, una vacuna es la gran meta, pero tener drogas y terapias que mejoren los síntomas y reduzcan el tiempo en el que se elimina el virus del organismo marcarían una gran victoria en la guerra contra este gérmen, que el planeta conoció por primera vez en diciembre de 2019.
Los tratamientos con plasma se han utilizado con cierto éxito para tratar el sarampión, las paperas y la gripe. La idea es utilizar células inmunes extraídas de la sangre de las personas que se han recuperado de COVID-19 e inyectarlas en las personas infectadas, dándoles inmunidad pasiva a la enfermedad, que al menos podría minimizar algunos de sus síntomas más graves. Y burlar a la muerte.
A fines de marzo, New York Blood Center se convirtió en el primer centro en los Estados Unidos en recolectar sangre de personas recuperadas de COVID-19.
Los médicos del Sistema de Salud del hospital Mount Sinai de Nueva York ahora están enviando pacientes recuperados (y dispuestos a hacerlo) a este centro de sangre, que recolecta y procesa el plasma y brinda la terapia rica en anticuerpos a los hospitales para tratar a otros pacientes con COVID-19.
En otra línea, a principios de abril, un grupo internacional de científicos reportó resultados prometedores para tratar a COVID-19 con una droga llamada remdesivir, un fármaco que no llegó a aprobarse formalmente pero que se investigó para el tratamiento del ébola.
En el estudio que publicó New England Journal of Medicine, los científicos dijeron que las pruebas mostraron que el uso de esta droga había ayudado al 68% de los pacientes de COVID-19 a superar los problemas respiratorios.
La controversial droga hidroxicloroquina, que se usa para tratar la malaria y ciertas afecciones autoinmunes, se presentó como otra potencial candidata, pero demostró tener feroces efectos secundarios.
Ratones y personas
Empresas de alta bioingeniería genética como Regeneron, en Nueva York, están buscando entre millones de anticuerpos generados por ratones infectados con SARS-COV-2 (el nuevo coronavirus) con la meta de encontrar al que sea más eficaz para neutralizar al coronavirus.
En GigaGen, en California, han identificado los anticuerpos correctos en pacientes recuperados de COVID-19 y esperan que esto sirva como base para poder desarrollar una terapia contra el coronavirus basada en anticuerpos.
En la misma línea, investigadores de la Universidad Rockefeller están analizando una proteína descubierta en 2017, llamada LY6E como una potencial candidata para bloquear la reproducción del coronavirus una vez que éste ingresa a un organismo.
Otros grupos científicos están analizando el uso de otro viejo amigo, el óxido nitroso (o nítrico), que a menudo se usa para relajar los vasos sanguíneos y abrir el flujo de sangre en pacientes hospitalizados que tienen problemas para respirar, incluso con ventiladores .
En Belllerophon Therapeutics están desarrollando la idea del profesor Roger Alvarez, de la Universidad de Miami, quien pensó en el uso de este gas por los problemas respiratorios y pulmonares relacionados con COVID-19.
Los laboratorios Elli Lilly y Novartis están investigando el uso de drogas contra el cáncer y medicamentos antiinflamatorios para tratar a pacientes de COVID-19. Estos medicamentos "exageran" la reacción del sistema inmunológico, para que actúe en contra del "agente externo", en este casos del coronavirus.
En la Universidad de Columbia, una leyenda de la lucha contra el Sida y padre de las terapias antirretrovirales, el doctor David Ho, junto con su equipo, está analizando un "biblioteca" de más de 4,700 fármacos.
Se trata de un archivo de medicamentos, aprobados y no, que, según Ho puede servir para descubrir potenciales medicamentos para esta pandemia o la próxima (científicos dicen que podría haber una segunda ola de brotes de coronavirus el próximo invierno).
O eventualmente otros gérmenes nuevos que desafíen a la Humanidad en el futuro.
Fuentes: NIH, NIAID, CDC, Mayo Clinic
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