Los antipsicóticos y su relación con la obesidad
Los antipsicóticos son medicamentos que se utilizan con la finalidad de evitar, disminuir o eliminar los síntomas típicos que caracterizan a las psicosis. Algunos síntomas típicos de las psicosis son las alucinaciones, las ideas delirantes, la pérdida del juicio de realidad, y desorganización del pensamiento y el habla.
Los medicamentos antipsicóticos fueron descubiertos y desarrollados en la década de los 50. El primero de ellos fue la clorpromazina y cambiaron para bien y de manera radical el tratamiento de los pacientes con síntomas psicóticos.
Otras moléculas desarrolladas en esos primeros años son por ejemplo la tioridazina y el haloperidol. Este grupo inicial de medicamentos, forman parte de los antipsicóticos clasificados como antipsicóticos de primera generación. Los antipsicóticos de segunda generación que se produjeron en tiempos más recientes, tienen una ventaja sobre los anteriores, por el hecho de tener menos efectos secundarios de tipo neurológico.
Algunos ejemplos de antipsicóticos de segunda generación son: risperidona, olanzapina, quetiapina, ziprasidona, clozapina. Estos medicamentos se utilizan en la actualidad para distintos trastornos psiquiátricos, pero su uso fundamental es en trastornos con síntomas psicóticos como la esquizofrenia o el trastorno bipolar. Como todos los fármacos, estos medicamentos, aparte de los beneficios terapéuticos, pueden ocasionar efectos adversos entre los que se encuentran, con el uso crónico, el aumento de peso, la obesidad, y el aumento del riesgo de desarrollar síndrome endocrino metabólico.
La presencia de obesidad o sobrepeso es algo frecuente en pacientes con algunos trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, si se comparan con la población general. Esto también ocurre con el hábito tabáquico. Por regla general estos pacientes aumentan la ingesta de alimentos por malos hábitos de alimentación y la falta de actividad física.
El uso de los antipsicóticos atípicos o de segunda generación, puede producir un incremento de peso, sobre todo en los primeros meses y semanas del tratamiento. Por este motivo se recomienda un seguimiento estrecho de los pacientes, lo que incluye realizar exámenes de laboratorio de manera rutinaria, vigilancia del peso, actividad física y recomendaciones dietéticas, que corrijan los hábitos que desfavorecen una dieta adecuada.
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