California: más médicos en área inmigrante
MORENO VALLEY, California. — El camino de Jennifer Vargas (en la foto arriba con la paciente María Sánchez) para convertirse en doctora la llevó de la Universidad de California en Los Ángeles a Guadalajara, y de nuevo de regreso a su casa, en la vasta región de Inland Empire, en el este de Los Ángeles. Allí comenzó a cumplir su sueño: darle cuidado de salud a las comunidades más desatendidas.
Crédito: Heidi De MarcoCuando Vargas, originaria de Chino Hills, California, se graduó de la escuela de medicina en México, su primera elección para la residencia fue en el centro médico público del condado de Riverside, que ofrece atención a una de las comunidades de mayor crecimiento y más desatendida de California.
Era exactamente lo que ella quería: atender a una población de pacientes vulnerables que enfrentan barreras en el acceso al cuidado, especialmente pacientes que son inmigrantes de México, que se beneficiarían de una médica que hablara español.
“Era la mejor opción para mí”, dijo Vargas, de 32 años, residente de segundo año en medicina de familia en el Riverside County Regional Medical Center.
Inland Empire —una región casi del tamaño del estado de Maine, que incluye los condados de Riverside y San Bernardino— necesita a cientos como ella. Oficiales han lanzado un esfuerzo titánico para educar a médicos locales y tentar a otros de afuera para establecerse en el interior del sur de California, a millas de la seductora y famosa costa.
Están tratando de hacer más que arreglar la escasez de doctores. Están intentando entrenar y atraer el tipo correcto de médicos, principalmente proveedores de cuidado primario que quieran atender a pacientes en desventaja en sus propias comunidades, antes que se transformen en pacientes críticos o crónicos.
Algunos ven esto como un experimento con lecciones para otras regiones desatendidas del país, una forma de expandir y diversificar a la próxima generación de médicos.
“Hoy, nuestro país está entrenando a las hijas e hijos de los ricos para ser médicos”, dijo G. Richard Olds, decano de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en Riverside. “Usted se pregunta por qué tenemos problema con personas que no están sirviendo a las comunidades desatendidas, es porque no saben cómo es una comunidad desatendida”.
Olds está buscando a estudiantes que crecieron en Inland Empire y quieran quedarse. También quiere a personas que hablen inglés como segunda lengua, o que sean los primeros en su familia en ir a la universidad.
Inland Empire ha sufrido por décadas la escasez de médicos recién llegados. Su población creció de 1.6 millones en 1980 a 4.4 millones hoy. En 2011, tenía 43 médicos de atención primaria por cada 100,000 personas, un suministro de menos de la mitad del nivel recomendado por expertos, según un studio publicado el año pasado por la California Healthcare Foundation.
Ahora, con la expansión del seguro de salud y del Medi-Cal a través de la Ley de Cuidado de Salud, muchos más pacientes han entrado al sistema.
El flujo de pacientes buscando servicios de atención primaria en las 12 clínicas de cuidado familiar gerenciadas por el condado de Riverside roza el 8 por ciento de 161,000 durante el año que terminó el pasado 30 de junio, dijo el doctor Geoffrey Leung, jefe de sistemas de medicina familiar.
El volumen ha continuado subiendo desde entonces y ahora sólo está limitado por la capacidad del sistema. “Si tuviéramos más proveedores, tendríamos más pacientes”, dijo Leung.
Una bolsa llena de drogas, una larga lista de dolencias
La mañana de un viernes reciente, María Avelino Ibarra llegó al campus principal del condado de Riverside en Moreno Valley, tras un viaje en bus de una hora.
Ibarra, una residente de Corona de 50 años con diabetes, había ido para renovar su prescipción de insulina y recibir tratamiento por un dolor en su rodilla derecha, que se lesionó en el otoño pasado.
Pero cuando el doctor Bakr Khalifa Al Omrani, un residente de segundo año, le preguntó sobre su historia médica reciente, Ibarra agregó otras dolencias a la lista, incluyendo dolores de cabeza crónicos, problemas estomacales y colesterol alto.
A medida que ella hablaba, Ibarra iba sacando de una bolsa plástica 15 remedios y acomodándolos sobre un pequeño mostrador en la sala de exámenes.
"Okay, no podré lidiar con todos estos problemas hoy", le dijo Khalifa con la ayuda de un traductor de español que estaba al teléfono. "¿Su rodilla es el problema más urgente?"
Lo era. Khalifa trató de flexionarla, pero se dobló sólo 90 grados antes de causar un dolor punzante.
La cita duró 35 minutos, el doble de lo que suele durar una visita de atención primaria. Es un problema común: los pacientes han pasado tanto tiempo sin recibir atención que los doctores deben pasar más tiempo clasificando sus problemas. Esto hace que la espera de otros pacientes se vuelva más larga.
Pensando creativamente
La escasez de doctores y la demanda de cuidado es un problema con raíces profundas.
Históricamente, la región no ha cultivado a jóvenes médicos. Inland Empire está por debajo del promedio estatal en graduados de la secundaria que van a la universidad. Y hasta que el programa de la Universidad de California en Riverlide se fundara en el 2013, la región sólo tenía una escuela de medicina, en la Universidad de Loma Linda.
Y, como si fuera poco, dijo Olds, no hay suficientes lugares para entrenar a médicos residentes en la región.
Todos estos obstáculos reducen la posibilidad de tener médicos. “De dónde eres es cerca del 40 por ciento de la decisión" de dónde practicar, dice el rector. "Y otro 40 por ciento es en dónde hayas completado la residencia".
Además, Inland empire difícilmente ha sido un destino atractivo para doctores de afuera.
El reembolso de entidades públicas y privadas no es tan alto como en áreas de las costas, dijo Leigh Hutchins, CEO de North American Medical Management California Inc., una firma con sede en Ontario que desarrolla y gerencia redes de proveedores y ayuda a médicos a coordinar el cuidado y a conducir negocios.
Aún los grupos de doctores existentes tienen problemas para cubrir los costos iniciales de un nuevo doctor, cuya práctica toma tres años hasta volverse autosostenible.
“Son unos $250,000 a $300,000 al año para apoyar a un nuevo doctor, al momento de pagar salarios, beneficios y otros pagos", dijo Hutchins.
La escasez de doctores golpeó fuerte a Inland Empire Health Plan, la organización de cuidado médico gerenciada por el Medi-Cal que sirve a los dos condados.
La membrecía superó el millón en febrero, hasta el 60 por ciento de los 623,000 que tenían en diciembre del 2013, de acuerdo a cifras estatales.
"Hemos tenido que pensar creativamente sobre cómo tener más doctores en nuestro plan", dijo el doctor Bradley Gilbert, CEO de la organización sin fines de lucro.
Una manera es conceder subvenciones a grupos privados de médicos, hospitales y hasta el sistema de salud del condado para costear el gasto de un nuevo doctor.
En septiembre, el plan separó $8 millones de sus reservas para ese propósito, $5 millones para doctores de atención primaria y $3 millones para especialistas.
IEHP recibió aplicaciones para subvenciones de 199 doctores, que cubrirá hasta $100,000 del costo anual de un médico de atención primaria y hasta $150,000 de un especialista. Hasta el mes pasado, el plan de salud aprobó subvenciones para 123 médicos, 71 de ellos para atención primaria.
La contratación ya ha comenzado
Para aumentar el suministro a largo plazo, UC Riverside está reclutando estudiantes de medicina a través de "becas basadas en misiones". Estas becas cubren el costo total de la escuela de medicina si los estudiantes se comprometen a practicar en una disciplina de atención primaria necesaria en la región durante cinco años después de la residencia.
"Hay un movimiento creciente", dijo Leung. "Los médicos jóvenes están buscando trabajo que sienten que es significativo y útil".
Vargas supo desde los 7 años que quería ser médica.
De padres inmigrantes mexicanos, con tres hermanos, se ofreció como voluntaria en un hospital espacializado en cáncer cerca de su casa cuando estaba en la escuela secundaria y continuó como voluntaria en los hospitales locales, mientras que estudiaba Biología y Literatura Española en la UCLA. Más tarde, cuando estaba en México, ella y sus compañeros estudiantes de medicina hacían visitas a domicilio en las pequeñas ciudades y pueblos.
Hoy en día, la conexión con sus pacientes es obvia.
María Sánchez, de 54 años, sólo verá a la doctora Vargas.
"Entiendo inglés, pero es mejor cuando puedo expresarme en español", dijo Sánchez. "Es más fácil entender los consejos que te dan".
Sánchez, una residente permanente de Estados Unidos originaria de Nayarit, México, tiene diabetes, presión arterial alta y el colesterol alto. Después de 30 años de trabajar en varias fábricas de embalaje de naranjas y aguacates, la madre de tres hijos también sufre de dolor de espalda y dolor en los pies.
Pero ahora está viendo a Vargas por dolores en el pecho, entumecimiento en el brazo derecho y una protuberancia que le pica en la mejilla.
"Soy una junker", le dice a Vargas en tono de broma.
Puede ser una molestia conseguir una cita, dijo Sánchez. "A veces puedo estar en espera por 30 minutos, sólo para que se desconecte y tener que llamar de nuevo".
Ese día, la cita dura media hora. Vargas ordena un electrocardiograma, prescribe ungüento para la mejilla y la medicación para el dolor en el pecho.
"Gracias por preocuparse por mí", dice Sánchez en español ya yéndose.
"Siempre", responde Vargas.
"Cuida de tí misma", agrega Sánchez. "Te necesito mucho".
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