Comer en exceso trae gases y acidez
Durante los días de festejo, el cuerpo se tiene que acostumbrar a dosis de alimentos más elevadas de lo habitual. Y reacciona causando acidez, flatulencia y sensación de incomodidad. ¿Por qué ocurre esto?
En los días de fiesta, cuando toda la familia se reúne alrededor de una mesa atiborrada de platos deliciosos y tentadores, lo más normal es caer en los excesos y pasarse con las calorías. Al cabo de un rato, uno puede llegar a sentirse tan lleno… como el propio pavo que acaba de comer. Y el estómago nos lo hace saber.
La Sociedad Química Americana informa que tras un atracón se puede llegar a agrandar el volumen del estómago casi 1,000 cm3 (33 oz fl o el tamaño de un burrito). Al comer también se traga aire, y esto llena el estómago y los intestinos con gases. La situación se vuelve peor aún si se eligen bebida gasificadas como las sodas, que liberan un montón de aire dentro del organismo.
Con la comida y estas bebidas, el estómago se expande y al necesitar más espacio presiona el resto de los órganos. Esto da una sensación incómoda y dolorosa, que además hace liberar gases… por cualquier vía que sea posible.
Pero a no asustarse, el estómago no va a explotar como sucede en las películas de terror. Pero sí se va a estirar hasta sus límites, y el cerebro envía señales para que trates de moverte lo menos posible. Hay hormonas capaces de hacerte quedar quieto, que no actúan cuando se come rápido. Por eso es mejor mejor disfrutar de la comida, conversar con la familia y comer lento para sentirse mejor después.
Algunas veces el atiborrarse de comida provoca ardor o una especie de fuego en el estómago: esto ocurre porque al haber comido en forma abundante, más que lo habitual, se libera mayor cantidad de ácido clorhídrico para poder hacer la digestión y procesar los alimentos. Este volumen extra irrita las mucosas que recubren el estómago y causan esa sensación de incendio.
Para lograr algo de alivio se suelen tomar antiácidos, que neutralizan la acidez estomacal mediante una reacción química que libera dióxido de carbono. Al principio puede ser que te sientas más lleno, pero luego ¡se liberan más gases! Pero ayudan a aliviar el dolor y la incomodidad.
Muchos culpan al pavo diciendo que contiene triptófano, que es un aminoácido que causa sueño. Pero no es más que un mito, ya que el queso y el jamón también lo tienen en cantidad. Lo que ocurre durante estas comilonas es que se consumen dosis extra de carbohidratos, en el relleno del pavo, las papas y las batatas. El cuerpo segrega más insulina y con ello una serie de reacciones químicas que causan una especie de sopor que da ganas… de dormir.
Por eso no hay que ser injusto y culpar al pavo: somos nosotros, con el tenedor en la mano y atacando todo lo que hay en la mesa. Siempre sobra algo para el día siguiente, y se puede probar un poquito de cada cosa… pero en pequeñas porciones.
La Biblioteca Nacional de Medicina de los Institutos Nacionales de la Salud explican que la indigestión es una sensación de incomodidad o ardor en la parte superior del abdomen. Y viene acompañada de acidez, sensación de inflamación, gases y eructos. Algunas veces se pueden sentir náuseas e incluso vomitar. Ya de leerlo, da ganas de preguntarse: ¿Vale la pena?
© 2024 Pan-American Life