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¿Existe una relación entre la obesidad y el olfato?

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Crédito: El olfato cumple un papel fundamental con respecto a la conducta alimentaria.

La relación entre el olfato y el peso corporal puede considerarse un campo de estudio parcialmente desconocido, pero esta realidad puede cambiar gracias a una nueva investigación.

La obesidad es un problema global que afecta a millones de personas en el mundo, perjudicando la salud y aumentando el riesgo de otras afecciones, como la diabetes o las enfermedades cardíacas.

Al tratarse de una afección universal, la obesidad y el sobrepeso han sido foco de múltiples estudios. En este caso, especialistas neozelandeses llegaron a la conclusión de que las personas que padecen obesidad presentan una capacidad reducida para detectar y discriminar el olor, en comparación con aquellas que no la sufren.

Entre el peso y el olfato

Investigadores de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda descubrieron un vínculo entre la obesidad y la capacidad de oler. El equipo publicó sus hallazgos en Obesity Reviews.

En el estudio participaron investigadores de los Departamentos de Ciencia de Alimentos, Anatomía y Matemáticas / Estadísticas de Otago, utilizando artículos científicos sobre la relación entre el peso corporal y el sentido del olfato. También se valieron de "estudios empíricos y clínicos mundiales", con información sobre 1,500 personas.

"Después de recopilar nuestra evidencia, descubrimos que existe un fuerte vínculo entre el peso corporal de una persona y su capacidad para oler. Cuanto mejor puede oler una persona, más probabilidades hay de que sea delgada o viceversa", dijo el Dr. Mei Peng, autor principal del estudio.

Peng también expresó que el olfato cumple un papel fundamental cuando se trata de la conducta alimentaria, ya que afecta la forma en que identificamos y elegimos entre diferentes sabores. Un sentido del olfato deficiente, puede provocar que a la hora de elegir nuestros alimentos, que éstos sean poco saludables y aumenten el riesgo de obesidad.

Como ejemplo, el autor detalló "Podrían elegir o sentirse más atraídos por los alimentos más salados y sabrosos, como el tocino y el jarabe de arce, en lugar alimentos más sanos, como los cereales bajos en grasa y con menos azúcar".

¿Existen soluciones?

A partir de los hallazgos sobre el vínculo entre el peso y el olfato, los investigadores plantearon la hipótesis de que la obesidad altera el metabolismo de una persona, lo que afectaría las vías de comunicación entre el intestino y el cerebro.

Como solución para restablecer esta comunicación, consideraron los efectos de dos conocidos tratamientos quirúrgicos para la obesidad: la extracción del estómago y el bypass gástrico (un procedimiento quirúrgico que consiste en dividir el estómago en dos bolsas y reorganizar el intestino delgado para lograr una conexión entre ambos).

Los especialistas concluyeron que la extirpación del estómago podría mejorar la capacidad del olfato, frente a otras cirugías de obesidad, que no presentan los mismos efectos.

"Cortar el estómago podría cambiar los nervios en el estómago que afectan la vía intestinal-cerebral, por lo que los cambios en el olfato podrían ser la clave para la diferencia entre las dos cirugías", afirmó el Dr. Peng.

A pesar de sus consecuencias, la obesidad es una enfermedad que puede prevenirse, y el Dr. Peng espera que estos hallazgos aumenten la conciencia acerca de la relación crítica entre los hábitos alimenticios y los sentidos.

Una problemática a tener en cuenta

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que la obesidad se ha triplicado desde 1975, con números que alcanzan los casi 2 mil millones de adultos con sobrepeso y 41 millones de casos infantiles.

Sin embargo, no fue hasta el año 2013 que la American Medical Association (AMA), con el objetivo de combatir la epidemia de la obesidad, la reconoció como una enfermedad.

Esta decisión rompió con la concepción generalizada de los profesionales de salud, de que la obesidad simplemente era una consecuencia de comer en exceso y no realizar ejercicio.

Esta condición médica se caracteriza por una cantidad excesiva de grasa corporal, por lo que médicos y nutricionistas pueden identificarla mediante el índice de masa corporal (IMC). El IMC es una herramienta de diagnóstico que evalúa si una persona tiene un peso adecuado para su edad, sexo y altura.

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