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10 mitos y dudas frecuentes sobre la psoriasis

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La psoriasis es una enfermedad de la piel que afecta a aproximadamente el 2% de la población mundial.

Es una afección crónica que tiende a tener ciclos, con brotes que duran semanas o meses y que luego disminuyen o incluso entran en remisión. Aquí repasamos sus características y damos respuestas a los mitos más comunes a su alrededor.

Mito 1: Solo hace que la piel se reseque

El síntoma principal de la psoriasis es la formación de parches de piel irritadas, rojizas y descamativas, principalmente en los codos, rodillas o torso. Esto ocurre por los cambios acelerados en la estructura de la piel, que en lugar de suceder cada 28 días como es normal, lo hacen cada 4 o 5 días. En ese corto período de tiempo las células de la piel no logran madurar, por lo que se acumulan en escamas gruesas.

Sin embargo, la psoriasis es algo más que piel seca. Los vasos sanguíneos pueden cambiar y acercarse a la superficie, lo que provoca picazón, aumentando el riesgo de sangrado y enrojecimiento. Esta situación también puede dificultar realizar actividades cotidianas, como caminar, sentarse o ir al baño, especialmente cuando la zona de la ingle o las nalgas es la afectada.

Mito 2: Es una enfermedad exclusivamente cutánea

Es cierto que el principal síntoma de la psoriasis es la resequedad de la piel, sin embargo, sus efectos pueden ser más que cutáneos. Por ejemplo, se estima que entre 5 y 35% de las personas con psoriasis también pueden desarrollar artritis psoriásica, que afecta las articulaciones de las rodillas, manos, pies o parte baja de la espalda.

La psoriasis también puede tener efectos en el autoestima, ya que, como se ha registrado, quienes la padecen son más propensos a experimentar ansiedad, depresión y baja confianza.

Mito 3: Solo existe un tipo de psoriasis

Es común que cuando se habla de psoriasis se la trate como una única afección, pero esto es incorrecto. Existen muchos tipos:

  • Psoriasis en placas: es la forma más frecuente y produce parches secos, elevados y rojizos en la piel, cubiertos de escamas plateadas, que pueden picar o ser sensibles. Suelen aparecer en codos, rodillas, espalda lumbar y cuero cabelludo.
  • Psoriasis en gotas: causa pequeñas lesiones escamosas en forma de gota en el torso, brazos o piernas. Normalmente se desencadena por una infección bacteriana.
  • Psoriasis en las uñas: puede afectar las uñas (tanto de las manos como de los pies) provocando picado, crecimiento anormal y cambios de color. Las uñas pueden aflojarse y separarse del lecho ungueal, y en casos graves astillarse.
  • Psoriasis inversa: provoca parches suaves de piel roja que empeoran con la fricción y la sudoración. Afecta principalmente a los pliegues de la piel de la ingle, glúteos y senos.
  • Psoriasis pustulosa: causa lesiones llenas de pus que se producen en parches generalizados en las palmas de las manos o plantas de los pies.
  • Psoriasis eritrodérmica: es el tipo menos frecuente, puede abarcar todo el cuerpo con una severa erupción roja y con descamación, causando picazón o ardor intenso.
  • Artritis psoriásica: provoca inflamación y dolor en las articulaciones.

Mito 4: Es una enfermedad contagiosa

Por los efectos visibles que la psoriasis provoca es común que se crea que es una enfermedad contagiosa, sin embargo, esto es solo un mito. Los investigadores explican que no se puede contraer por contacto de persona a persona o por compartir fluidos corporales, dado que es una afección autoinmune en la que el sistema inmunitario responde de manera inapropiada y produce demasiadas células de la piel.

Mito 5: Las infecciones son responsables de los brotes de psoriasis

Es común creer que el único motivo por el que ocurren los brotes de psoriasis son las infecciones, principalmente las cutáneas. Sin embargo, la lista de posibles responsable es más extensa:

  • Clima: especialmente el frío y seco.
  • Lesiones en la piel: como cortes, raspaduras, picaduras de insectos o quemaduras solares.
  • Estrés.
  • Fumar o estar expuesto a humo de segunda mano.
  • Consumir alcohol en exceso.
  • Tomar ciertos medicamentos: como litio, antihipertensivos o antipalúdicos.

Mito 6: Solo afecta a los adultos

Aunque el grupo etario más afectado por la psoriasis abarca al de finales de la adolescencia hasta principio de los 30 años, o al que se encuentra entre los 50 y 60 años, esta enfermedad puede ocurrir entre personas de todas las edades. Los profesionales aseguran que se puede ver en niños e inclusos se han registrado casos en bebés.


Mito 7: Es señal de una mala higiene

Esto no es cierto, la psoriasis no significa que la higiene del paciente es mala, según explican los especialistas, es todo lo contrario. Esto se debe a que las personas con psoriasis deben ser muy cuidadosos con la higiene, ya que la piel está tan adolorida y escamosa que necesita cuidados constantes.

Mito 8: Se puede curar la psoriasis

En los últimos años se han difundido (principalmente a través de Internet) infinidad de productos o remedios naturales que aseguran ser efectivos para curar la psoriasis. Los expertos afirman que esto no es más que publicidad engañosa, ya que, aunque esta afección se puede controlar y tratar, hasta la fecha no existe una cura.

Mito 9: Hacer cambios en la dieta ayuda a prevenir la psoriasis

No existe evidencia científica que muestre que una dieta saludable sirva para prevenir la psoriasis. Sin embargo, ciertos factores, como la obesidad, consumo excesivo de alcohol o tabaquismo pueden aumentar la gravedad de sus síntomas.

Por ello, seguir una alimentación sana, así como hacer ejercicio regularmente, mantener el peso recomendado, y dormir las horas correspondientes, puede ser beneficiosos para quienes atraviesan un brote de psoriasis.

Mito 10: No existe tratamiento para la psoriasis

Si bien es cierto que no hay una cura para la psoriasis, sí existen muchos tratamientos para aliviar sus síntomas. El dermatólogo realizará un diagnóstico y conociendo tu caso puede recomendarte, cremas, ungüentos, espumas o geles.

Al tratarse la psoriasis de una afección crónica, también es posible que debas trabajar con tu médico en estrategias y hábitos saludables para controlar sus síntomas, como mantener la piel humectada y limpia, evitar los desencadenantes de la enfermedad y bañarte diariamente (evitando restregar muy fuerte).

En los casos más graves, se puede recurrir a otro tipo de tratamientos, como terapia con luz ultravioleta o inyecciones.

Fuente consultadas: Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Clínica Mayo, Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel, Instituto Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa.


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