Evidencias sólidas vinculan diabetes con el consumo de sal y alimentos inflamatorios
Un estudio reciente arroja luz sobre uno de los síntomas orgánicos más comunes y su relación con el desarrollo de la diabetes tipo 2: la inflamación. El trabajo prospectivo realizó el seguimiento de 171.094 participantes durante 13.5 años, con el objetivo de determinar la asociación entre el índice de inflamación vinculado a la nutrición y el desarrollo de la afección.
La inflamación es una respuesta biológica del sistema inmunológico que puede ser desencadenada por una variedad de factores, incluidos patógenos, células dañadas y compuestos tóxicos.
Estos factores pueden inducir respuestas inflamatorias agudas y/o crónicas en el corazón, páncreas, hígado, riñón, pulmón, cerebro, tracto intestinal y sistema reproductivo, lo que podría provocar daños o enfermedades en los tejidos.
La compleja interacción entre la nutrición y la inflamación se ha convertido en un importante foco de investigación en los últimos años en diferentes entornos clínicos y poblaciones de pacientes.
De hecho, la inflamación ha sido identificada como un factor clave, entre otros factores, para:
- la desnutrición relacionada con enfermedades que promueven la anorexia,
- el desarrollo de la hipertensión
- la pérdida de masa muscular
- y, a nivel celular, la resistencia a la insulina, que puede impulsar la diabetes
Existe evidencia sólida que demuestra que la nutrición influye en la inflamación.
Se han estudiado varios nutrientes individuales y patrones dietéticos con propiedades proinflamatorias o antiinflamatorias, como los ácidos grasos ω-3 de cadena larga, el ácido eicosapentaenoico o el ácido docosahexaenoico.
La dieta mediterránea combina varios de estos nutrientes y se ha demostrado que mejora los resultados médicos en el ámbito ambulatorio.
Además, cada vez hay más pruebas que sugieren que la inflamación afecta el metabolismo y modula la respuesta a las intervenciones de apoyo nutricional.
Los participantes de la investigación reciente, parte del Biobanco de pacientes del Reino Unido, no tenían diabetes al principio del estudio. Se realizó un seguimiento de los 171.094 pacientes hasta el 1 de marzo de 2023 para determinar la incidencia de diabetes tipo 2, y la información de diagnóstico se obtuvo de los registros médicos vinculados.
Se calculó un índice inflamatorio de la dieta ajustado en función de la energía (E-DII) considerando 28 parámetros alimentarios. La ingesta habitual de sal se determinó mediante la frecuencia con la que los participantes informaban haber agregado sal a los alimentos.
Las asociaciones entre E-DII, la ingesta habitual de sal y la incidencia de diabetes tipo 2 se probaron mediante el modelo de regresión de riesgos proporcionales de Cox.
Durante un período de seguimiento de más de una década, se documentaron 6.216 casos de diabetes tipo 2. En comparación con los participantes con un E-DII bajo (indicativo de una dieta antiinflamatoria), los participantes con un E-DII alto (indicativo de una dieta proinflamatoria) presentaron un riesgo 18% mayor de desarrollar diabetes tipo 2.
El estudio observó que la asociación entre E-DII y la diabetes tipo 2 tiende a ser lineal después del ajuste eliminando otros factores. Los participantes con una dieta proinflamatoria, y que siempre agregaban sal a los alimentos, tuvieron el mayor riesgo de incidencia de diabetes tipo 2.
Según concluyen los investigadores, estos resultados respaldan la promoción de la salud pública de una dieta antiinflamatoria y la reducción del consumo de sal para prevenir la aparición de diabetes tipo 2.
Se han investigado numerosos componentes alimentarios por sus propiedades antiinflamatorias y su posible uso en terapia nutricional.
Las investigaciones se han centrado no sólo en macronutrientes como los ácidos grasos o aminoácidos y micronutrientes como la vitamina D, sino que también han incluido otros componentes alimentarios como la fibra y los fitoquímicos.
Además de la selección de alimentos, de las dietas reconocidas que ayudan a prevenir afecciones, la mediterránea, tal vez una de las más estudiadas, ha demostrado tener un efecto antiinflamatorio, y por ende, preventivo.
Los médicos tienen diferentes opiniones sobre qué alimentos deben excluirse e incluirse de una dieta anti inflamatoria ideal. Sin embargo, todas las versiones de una dieta antiinflamatoria ideal contienen consejos sobre la inclusión de grasas y aceites ricos en ácidos grasos poliinsaturados, particularmente ácidos grasos omega-3 (pescado, canola, semillas de lino, girasol).
Además, proponen limitar los carbohidratos refinados (azúcar blanco, azúcar prieta y miel) y enfatizar una mayor ingesta de semillas y nueces que también son piedras angulares de la dieta antiinflamatoria. Todos estos componentes limitan la carga glucémica que puede impactar en la diabetes.
Esta historia se produjo utilizando contenido de estudios o informes originales, y de otras investigaciones médicas y fuentes de salud, y salud pública, destacadas en enlaces relacionados a lo largo del artículo.
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