El duelo después de un aborto
El aborto espontáneo se define como la interrupción, no intencional, del embarazo antes de la semana 20 de gestación. La mayoría de las veces se desconocen sus causas.
Es una circunstancia relativamente frecuente, casi la mitad de los embarazos se interrumpen de manera inesperada en el primer trimestre del embarazo, muchas mujeres incluso desconocen que están embarazadas cuando estas pérdidas ocurren, por lo que el impacto emocional de ello es imperceptible.
Lo contrario ocurre cuando la mujer está deseosa de un embarazo y ya sabe que está gestando. La pérdida puede ser muy dolorosa.
La reacción a esta pérdida depende de factores como la personalidad, la edad, la presencia o no de hijos, las expectativas vinculadas al futuro bebé, elementos socio-culturales, antecedentes previos, estado de la relación de pareja y otros.
Cuando el embarazo es planificado o deseado, antes de la concepción ya existe en la madre un proceso de vinculación con el futuro bebé, producto de las fantasías y expectativas que va creando sobre él.
Con la certeza del embarazo, en la medida que avanza la gestación, el vínculo va en aumento, y cuando la pérdida ocurre en un momento más tardío, el proceso de aceptación puede ser más difícil.
El que él bebe no haya nacido, no significa que un vínculo no se desarrolló y una pérdida es sentida. La madre en su proceso de duelo suele pasar por momentos de tristeza, rabia, negación, y culpa. Lo deseado es poder aceptar la pérdida y continuar con su vida de la mejor manera posible.
Obviamente es algo que no olvidará, lo recordará siempre. Lo que sí puede hacer es trabajar por lograr recuerdos que no sean tan dolorosos, tratar de evitar convertir al bebé perdido en algo dañino para ella. Que él bebe que partió no simbolice sufrimiento.
En algunas ocasiones el proceso de duelo puede complicarse, los cambios hormonales de la gestación, la personalidad previa, los antecedentes familiares y personales pueden predisponer a la depresión.
La ayuda de un terapeuta es importante en estos casos. Incluso si sientes que no puedes con el dolor o algún familiar se preocupa por la intensidad de tu proceso de duelo, es recomendable acudir con un especialista en salud mental.
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