Tener un aborto no conduce a la depresión
La creencia de que si una mujer se practica un aborto, inevitablemente tendrá problemas de salud mental, cada vez se debilita más. Una nueva investigación indica que la interrupción voluntaria del embarazo ni causa daños psicológicos, ni lleva a la depresión.
"Las políticas basadas en la noción de que el aborto daña la salud mental de las mujeres están mal informadas", dijo la autora principal del estudio, la doctora Julia R. Steinberg, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Maryland. "El aborto no está causando depresión. Nuestros hallazgos muestran que las mujeres no eran más propensas a sufrir depresión después de un aborto en comparación con antes".
Steinberg y sus colegas analizaron datos de casi 400,000 mujeres danesas que habían tenido abortos, partos y recetas de antidepresivos. Así encontraron que el riesgo de usar antidepresivos no cambió entre el año anterior y posterior al aborto, incluso disminuyó a medida que transcurría más tiempo. En comparación con las mujeres que no tuvieron un aborto, sí hubo un mayor riesgo de uso de antidepresivos, pero este se asoció a factores, como problemas de salud mental preexistentes y otras experiencias adversas.
Investigaciones previas demostraron que el aborto no afecta la salud mental de las mujeres y un informe reciente de las National Academies of Science sobre La seguridad y la calidad del cuidado del aborto en Estados Unidos concluyó que "tener un aborto no aumenta el riesgo de depresión, ansiedad o trastorno de estrés postraumático en las mujeres". Sin embargo, las políticas estatales que restringen el acceso al aborto se siguen justificando en este argumento.
Dice el Instituto Guttmacher que en Estados Unidos al menos ocho estados ordenan que las mujeres que están considerando abortar reciban información que enfatice sus supuestos efectos psicológicos negativos. Y en 27 estados las mujeres deben esperar de 24 a 72 horas entre el momento cuando reciben el asesoramiento y el procedimiento de aborto, política que también es justificada en que esta práctica es nociva para la salud mental.
El estudio liderado por Steinberg es el primero que explora el riesgo de uso de antidepresivos, tras la interrupción voluntaria del embarazo. Según la autora, sus hallazgos proporcionan nuevas evidencias importantes que pueden influir en las políticas restrictivas.
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