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10 cosas imprescindibles que debes saber sobre tu seguro de vida

Publicado - Por Javier Fueyo

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Todo el mundo sabe lo que es un seguro de vida, pero pocos saben de verdad cómo funciona y qué secretos se esconden tras las cláusulas y artículos de una póliza. En este artículo te explicamos las diez cosas que debes saber de manera obligatoria para gestionar adecuadamente tu seguro de vida .

Seleccionamos estos diez puntos porque son los que te harán enfrentar tu seguro de vida con más conocimiento y confianza. Y, si ya tienes una póliza, porque seguramente harán que te replantees tu seguro.

1 – Aunque no lo creas, necesitas un seguro de vida

Poco importa que te creas invencible, que seas joven y tu salud sea espléndida. En algún momento, más pronto que tarde, vas a necesitar un seguro de vida . Y lo necesitarás por diversas razones: porque pedirás una hipoteca y el banco te obligará contratar un seguro de vida hipotecario. Porque cambiarás de trabajo y la empresa te pedirá que suscribas uno. Porque te divorciarás y el juez determinará que contrates uno obligatoriamente…

¿A que no estabas pensando en estas razones? Pues son algunos motivos comunes para contratar un seguro de viday, aunque no es lo uno tiene en mente cuando piensa en seguros de vida, puede que acabe por ser el empujón para contratar una póliza. Y, si no, acabarás haciéndolo por los motivos convencionales: garantizar la estabilidad de los tuyos si faltas, ahorrar y sacar rendimiento a tu dinero, preparar tu herencia o dejar resuelto el delicado asunto de tu funeral.

Como ves, hay muchos motivos para contratar un seguro de vida. Piensa bien cuál puede ser el tuyo y empieza a pedir cotizaciones a las aseguradoras. Verás que hay muchos tipos diferentes de pólizas y que habrá alguno que se adapte a tus necesidades.

2 – El seguro es mucho más barato de lo que crees.

Mucha gente tiene una idea bastante equivocada de lo que cuesta un seguro de vida. Es cierto que se puede llegar a pagar mucho dinero al mes en forma de primas. Pero también es verdad que puedes conseguir coberturas de mucha calidad por unos pocos dólares al mes. Todo depende de qué tipo de seguro contrates y de cómo lo configures.

Por ejemplo, si te decantas por un seguros de vida temporal, eres joven, tienes buena salud y no contrata cláusulas innecesarias, tu seguro puede costar realmente poco. En cambio, si optas por un seguros permanente –por ejemplo uno universal-, contratas mucha cobertura, suscribes muchas cláusulas y ya tienes más de 40 años, probablemente pagarás unas primas mensuales bastante elevadas.

Como ves, la clave está en elegir bien. Calcula cuánta cobertura que necesitarás dentro de unos años, haz bien tus cálculos y contrata solo aquello que necesitas.

3 – Cuanto más joven seas, más barato te resultará el seguro

Una de las formas de conseguir que tu seguro sea barato es contratarlo cuando todavía eres joven. Las personas jóvenes tienen mucha esperanza de vida y, por lo general, están en buen estado de salud. Por lo tanto, las aseguradoras asumen pocos riesgos y pueden ofrecerles seguros a muy buen precio. Incluso hay seguros de vida bastante económicos para estudiantes, para jóvenes e incluso para niños.

Si eres una persona previsora, piensa en contratar un seguro cuando todavía eres joven. Empezarás pagando muy poco y –en seguros como el permanente de vida entera, podrás mantener las primas niveladas para siempre.

Si crees que no tienes suficiente dinero disponible para hacer frente a un seguro permanente, te damos un consejo para que no dejes pasar tus mejores años sin una póliza: contrata un seguro a término. Si firmas uno de, por ejemplo, 15 años, tendrás cobertura para cubrir cualquier eventualidad durante ese tiempo y, si tu situación económica mejora, siempre puedes convertir tu seguro a término en uno permanente.

Pagarás más por las primas, pero tus beneficiarios tendrán una indemnización asegurada cuando fallezcas y, además, te ahorrarás el periodo de calificación.

4 – No mientas a la aseguradora: es el peor error

Ese periodo de calificación es el momento más delicado para los que quieren conseguir un seguro de vida. Son las semanas, o incluso meses, en que la aseguradora evalúa tu solicitud y los riesgos que asume si te da cobertura. En ese trance, deberás entregar información personal, explicar tu situación financiera y, sobre todo, demostrar cuál es tu estado de salud. Y es el momento en que muchas personas tienen la tentación mentir. No decir la verdad a la aseguradora es el peor error que puedes cometer si aspiras a un seguro de vida.

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Recuerda que la compañía tiene mucha información: puede cruzar lo que tú le dices con los datos del sistema médico, los registros farmacéuticos o las autoridades de tráfico. Antes o después, descubrirá que has mentido y es posible que revoque tu póliza y te quedes sin el seguro. Por tanto, no mientas: acude a la calificación con sinceridad y verás que es mucho más fácil de lo que parece.

De todas formas, si te quedas sin seguro porque no pasas los exámenes médicos y no obtienes la calificación, recuerda que hay formas de conseguir un seguro de vida sin pruebas médicas. Puedes recurrir a un seguro de aceptación garantizada, a un seguro de gastos finales o acogerte a modalidades que no requieren exámenes facultativos. Eso sí: son seguros más caros.

5 – Un seguro de vida es un instrumento de gestión de riesgos no de inversión

Muchas personas enfocan el seguro de vida como un mecanismo de inversión. Ten cuidado, porque pensar así puede ser un error. Es cierto que hay pólizas con componentes de inversión, como las de los seguros permanentes variables y universal-variables. Son productos que llevan asociadas cuentas de inversión que el asegurado gestiona. Los resultados de esas inversiones en renta variable se destinan en parte a mejorar el valor en efectivo de los seguros de los seguros.

Sin embargo, los expertos coinciden en señalar que no se debe considerar al seguro como una inversión. Es más bien una herramienta de gestión de riesgos y como tal debe ser manejada. Sirve para ofrecer un escenario de garantía a tus seres queridos si faltas. O para construir una herencia. En todo caso, siempre hay que pensar en un seguro como un instrumento que funciona a muy largo plazo y no se debe contemplar como un vehículo de inversión que debe dar rendimientos elevados en plazos más cortos.

6 – La fiscalidad de los seguros de vida es muy favorable

En ese largo plazo que mencionamos en el punto anterior tienen mucho que ver los impuestos. Los seguros son uno de los productos financieros con mejor tratamiento fiscal, así que debes aprovecharlo.

Por un lado, los beneficios por fallecimiento se entregan a los beneficiarios libres de impuestos. Esto supone una gran ventaja, porque reciben todo el dinero que tú programaste que recibieran, sin mermas y sin sorpresas.

Por otro lado, el valor en efectivo que acumulan los seguros permanentes paga impuestos en diferido. Eso quiere decir que puedes disfrutar de ese dinero parcialmente y no pagar los impuestos hasta que lo retiras definitivamente. Por si fuera poco, los préstamos que puedes pedir contra el valor en efectivo también tienen un buen tratamiento fiscal.

7 – Necesitas más cobertura de la que piensas, pero sin pasarte

Que la indemnización llegue sin impuestos a los beneficiarios es una suerte, porque te permite determinar la cobertura que necesitas sin miedo a que su volumen suponga un problema para tus sucesores.

Elegir la cobertura, el monto de indemnización que pagará el seguro cuando mueras, es una decisión clave. Muchas personas se infraaseguran: contratan mucho menos cobertura de la que necesitan. Lo hacen por ahorrar en las primas y pagar menos, pero no se dan cuenta de que, a 20 años vista, las necesidades de su familia pueden ser mucho más elevadas de lo que han calculado.

Por eso, es necesario cubrirse las espaldas. Los expertos recomiendan suscribir seguros que paguen al menos 10 veces el salario anual de la persona que aporte los ingresos principales a la familia. Si se pueden logra 20 veces el sueldo anual, todavía mejor. Pero sin pasarse: sobreasegurarse también es un error y puede suceder que, en tu vejez, ya no necesites tanta cobertura y estés pagando primas demasiado altas. Por tanto, calcula bien lo que necesitas.

8 – Si revisas periódicamente tu seguro puedes ahorrar mucho dinero

Esa idea de pensar en cuánto vas a necesitar en el futuro es básica para no pagar demasiado. Y no solo debes hacerlo cuando contratas el seguro, sino de forma periódica. Acostúmbrate a revisar cada dos o tres años las condiciones de tu póliza. Piensa si la cobertura que tienes es la necesaria o si puedes reducirla (o si necesitas ampliarla).

Revisa también las cláusulas que has incluido en el seguro y elimina aquellas que no sean ya útiles: ahorrarás bastante dinero. Y si tu salud mejora, pide también una reevaluación de tus riesgos. Podrás notar importantes recortes en las primas.

9 – Tu seguro puede ayudarte a construir tu plan de herencia

Ya que estás pensando en el largo plazo y revisando tu seguro para acomodarlo a ese horizonte, piensa también en utilizar tu seguro para constituir tu herencia. Muchas personas emplean las pólizas como formas de proteger sus legados. Una forma sencilla de hacerlo es nombrar beneficiarios del seguro a los herederos y darles indicaciones para que empleen el dinero del seguro para pagar los impuestos de la herencia.

También hay figuras interesantes que utilizan diversas modalidades de fondos fideicomisos para construir herencias que incluyen seguros de vida. Infórmate bien para saber de qué forma puedes hacer que tu seguro se convierta en el escudo que protege a tu herencia.

10 – Mucho más que seguro de vida: explora todas sus posibilidades

Y es que un seguro de vida es mucho más que un acuerdo para que tus beneficiarios cobren un dinero cuando fallezcas. Analiza bien la póliza y verás que puedes sacar mucho partido extra. Puedes incluir cláusulas con coberturas extra (o quitarlas si no te convienen). Puedes incluir a otras personas en tu seguro y combinarlo con pólizas de otro tipo. Puedes decidir qué beneficiarios nombras, cambiarlos cuando quieras…

Un seguro es mucho más que algo que duerme a la espera de entrar en funcionamiento. Si tú quieres, puede ser un instrumento vivo que se adapte continuamente a tus necesidades y te ofrezca en cada momento la mejor cobertura, el mejor precio y las mejores prestaciones.


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