El Ébola vuelve a África y prueban una vacuna
Uno de los virus más letales que puso en jaque a varias naciones en el año 2014, sobre todo de África, ha vuelto a aparecer. En los primeros días de mayo de 2018 se registró un nuevo brote de Ébola en Bikoro, luego en Itipo, Muso y Kivu Norte, en la República Democrática del Congo (RDC), África. Hasta la fecha, se confirmaron 74 casos y 34 muertes.
Varias delegaciones de Médicos Sin Fronteras (MSF) ya están trabajando en la región con campañas de educación, exámenes, montando salas de atención y asistiendo a los enfermos.
Pero hay una nueva herramienta para luchar este año contra esta peligrosa enfermedad infecciosa: MSF está utilizando una vacuna en fase experimental. En Itipo, MSF, junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud congoleño, se vacunó a los más expuestos a contraer el virus. Esto incluía no sólo los contactos de enfermos de Ébola, sino también a aquéllos que estaban más expuestos a sufrir un contagio: trabajadores sanitarios, médicos, líderes religiosos locales y trabajadores públicos.
Esta vacuna contra el Ébola (conocida como rVSV-ZEBOV) ya se había utilizado en ensayos clínicos en África occidental durante el brote 2014-2016, pero en la zona de Sierra Leona y en Conakri, la capital de Guinea.
Los colaboradores de MSF fueron a vacunar a lugares de RDC donde se registraron casos de este nuevo brote (foto), por ejemplo, en Itipo. “La mayoría del personal al que vacunamos son enfermeros locales. No tuvimos que convencerlos para que se vacunaran. Tenían mucho miedo de la enfermedad y sabían que el enfermero local acababa de morir de Ébola, junto con otras 20 personas en la zona, así que no pusieron ningún reparo” expresaron los trabajadores de MSF.
Es demasiado pronto para saber hasta qué punto la estrategia de vacunación ayudó a controlar este brote, pero lo que podemos afirmar es que ninguna de las personas que recibió la vacuna contrajo el Ébola, afirman los colaboradores de MSF.
¿Qué es el virus del Ébola?
La enfermedad (antes llamada fiebre hemorrágica del Ébola), es una infección grave, a menudo fatal, con una tasa de mortalidad de hasta un 90%, causada por el virus de igual nombre que integra la familia de los filovirus.
Las personas se enferman a través del contacto con animales infectados o a través del contacto con las secreciones corporales de seres humanos infectados. La mayoría de los casos son provocados por la transmisión de una persona a otra, que se produce cuando la sangre u otros fluidos o secreciones corporales (heces, orina, saliva, semen) de personas infectadas ingresan en el cuerpo de una persona sana a través de la piel o de las membranas mucosas.
La infección puede producirse también si una persona sana entra en contacto con objetos o ambientes contaminados con fluidos corporales de una persona infectada: prendas de vestir, ropa de cama, guantes o equipo de protección, y desechos médicos tales como jeringas hipodérmicas usadas, informa la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La transmisión por vía sexual del virus del Ébola de hombres a mujeres es muy posible, es por eso que la OMS recomienda prácticas sexuales seguras con aquéllas personas que estuvieron infectadas, hasta los 12 meses posteriores de haberse curado.
Síntomas típicos y tratamiento del Ébola
Los síntomas varían, pero al comienzo de la enfermedad es común la aparición súbita de fiebre, debilidad intensa, y dolores musculares, de cabeza y de garganta. A medida que avanza, aparecen los vómitos y la diarrea, erupciones cutáneas, deterioro de las funciones renales y hepáticas y, en algunos casos, hemorragias internas y externas.
Para tratarla, se utiliza una atención de respaldo, en especial la terapia de reemplazo de fluidos, cuidadosamente administrada y controlada por trabajadores de la salud capacitados. Esta medida aumenta las posibilidades de supervivencia. Otros tratamientos que se utilizan para ayudar a los pacientes a sobrevivir al Ébola son la diálisis renal, las transfusiones de sangre y la terapia de reemplazo de plasma.
Por otra parte, la vacuna experimental denominada rVSV-ZEBOV, ofrece una gran esperanza, ya que ha demostrado proporcionar una gran protección contra este virus mortal en un ensayo clínico a gran escala (sobre 11,841 personas) realizado en Guinea en 2015, y es la que actualmente se está utilizando en la República Democrática de Congo para frenar este brote.
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