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¿Las manos te sudan? Puede tratarse de hiperhidrosis

Publicado - Por Hercilia Garnica

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En términos sencillos y directos la hiperhidrosis es la producción excesiva de sudor cuyo origen se encuentra en el funcionamiento inadecuado del sistema nervioso autónomo.

Esta función del sistema nervioso consiste en recibir y procesar la información proveniente del medio interno (vísceras) para enviar instrucciones de respuesta a los músculos, glándulas y vasos sanguíneos.

Si se produce un exceso en la producción de señales, la respuesta será también desproporcionada; manchas de sudor tu camisa, hay gotas de sudor en tu frente y las manos se mantienen mojadas.

Se cree que, en algunos casos, son las glándulas las que no responden de manera adecuada a las señales del sistema nervioso, lo que causaría el mismo efecto patológico.

La hiperhidrosis es un trastorno que se localiza principalmente en las zonas del cuerpo que presentan mayor número de glándulas sudoríparas, como la cabeza, la espalda, el pecho, las axilas, las manos, el periné y los pies.

Posibles causas

Si lo piensas bien, el sudor ayuda a tu cuerpo a que permanezca fresco. En la mayoría de los casos, es perfectamente natural. Las personas sudan más en temperaturas cálidas, al ejercitarse, o en respuesta a situaciones que las hacen sentir nerviosas, enojadas, avergonzadas o con miedo.

Sin embargo, cuando hay hiperhidrosis la sudoración excesiva se presenta sin estos desencadenantes. Las personas parecen tener glándulas sudoríparas hiperactivas. La sudoración incontrolable puede llevar a una molestia significativa, tanto física como emocional.

Cuando la sudoración excesiva afecta las manos, pies y axilas, se llama hiperhidrosis primaria o focal. En la mayor parte de los casos, no se puede encontrar la causa. Parece ser hereditario.

Si la sudoración sucede como resultado de otra afección médica, se llama hiperhidrosis secundaria. La sudoración puede presentarse en todo el cuerpo o solo en una zona. Las afecciones que causan hiperhidrosis secundaria incluyen:

  • Acromegalia
  • Afecciones de ansiedad
  • Cáncer
  • Síndrome carcinoide
  • Ciertos medicamentos y sustancias
  • Trastornos de control de la glucosa
  • Enfermedades del corazón, como ataque cardíaco
  • Hipertiroidismo
  • Enfermedad pulmonar
  • Menopausia
  • Enfermedad de Parkinson
  • Feocromocitoma (tumor de la glándula adrenal)
  • Lesión de la médula espinal
  • Accidente cerebrovascular
  • Tuberculosis u otras infecciones

A quiénes afecta

La hiperhidrosis puede afectar al 2% de la población de raza blanca. Este porcentaje es superior en pacientes de origen asiático, sobre todo en japoneses.

Se presenta con más frecuencia entre los 25 y los 64 años y, en un 40% de los casos, suele haber algún familiar más que lo padece, lo que demuestra su tendencia hereditaria.

Se observa, sobre todo, en manos, axilas, pies y región púbica, debido a la alta concentración de glándulas sudoríparas en estas zonas.

La hiperhidrosis puede presentar distintos grados de afectación para el paciente:

  • Grado I: La sudoración no se nota nunca ni impide la actividad normal del paciente.
  • Grado II: La sudoración es tolerable, pero a veces impide la actividad normal del paciente.
  • Grado III: La sudoración es raramente tolerable y frecuentemente impide la actividad normal del paciente.
  • Grado IV: La sudoración no es tolerable e interfiere continuamente en la actividad normal del paciente.

Aunque se trata de un problema relativamente frecuente que puede generar estrés y ansiedad y a pesar de las limitaciones dentro del campo laboral, académico y social que puede causar la hiperhidrosis, los pacientes lo sufren calladamente y no suelen acudir al dermatólogo cuando se manifiestan los síntomas por primera vez.

El impacto psicológico de la hiperhidrosis puede acomplejar o interferir en la vida diaria de quien lo padece. Los pacientes tratan de acomodarse al problema y suelen adoptar pautas especiales de comportamiento:

Evitar situaciones que conduzcan al contacto físico, como saludar con un apretón de manos.
Limitar los movimientos de los brazos y adoptar posturas rígidas para ocultar la sudoración excesiva de las axilas.
Cambiarse varias veces de ropa a lo largo del día.
Evitar actividades que supongan sujetar objetos con seguridad.

Algunos tratamientos

Los tratamientos de la hiperhidrosisson mé dico-dermatológicos, cuyo objetivo es inhibir la secreción de las glándulas sudoríparas.

El tratamiento de la hiperhidrosis con toxina botulínica es una solución cómoda y eficaz que puede aplicarse tanto en axilas como en las palmas de las manos y las plantas de los pies.

La infiltración de toxina botulínica se realiza a través de agujas muy finas. La toxina botulínica genera un bloqueo de la función de las glándulas sudoríparas, por lo que reduce la producción de sudor en las áreas donde se administra esta sustancia.

El tratamiento tiene una duración de entre 40 y 60 minutos. Los resultados tienen una duración de unos 6 meses.
El paciente puede reanudar su actividad normal inmediatamente después del tratamiento.

Clorato de aluminio: empleado como antiperspirante, suele requerir altas concentraciones en los productos, por lo que puede causar irritaciones en la piel. Su eficacia tarda unos 5 días en manifestarse.

Sustancias anticolinérgicas: Oxibutina, Glicopirrolato y otras, que no están exentos de efectos secundarios.
También hay tratamientos quirúrgicos como la eiminación de las glándulas sudoríparas mediante diferentes procedimientos quirúrgicos.

El sudor y sus funciones

El ser humano y muchos otros animales emiten en determinadas condiciones una sustancia más o menos acuosa que recibe el nombre de sudor.

Este líquido cumple distintas funciones en el organismo: ayudar al mantenimiento de la temperatura corporal, lubricar, permitir la identificación de un individuo, o eliminar ciertas toxinas producidas por el organismo (como el ácido láctico) y limpiar en cierta medida la superficie externa de la piel.

El sudor es producido y liberado por las glándulas sudoríparas, que se encuentran distribuidas sobre gran parte de la superficie corporal; hay aproximadamente dos o tres millones repartidas en todo el cuerpo.

Adicionalmente se diferencian dos tipos de glándulas en función de su secreción:

Las glándulas ecrinas, que segregan un líquido acuoso que tiene un papel fundamentalmente termorregulador (mantenimiento de la temperatura corporal). 

Estas glándulas son muy numerosas, sólo faltan en los labios y en algunas áreas de los genitales externos.

En condiciones normales, el cuerpo detecta un aumento de temperatura, ya sea debido a un incremento del calor en el exterior, a una situación de estrés o por una extenuante jornada de ejercicio, y envía una señal al hipotálamo (centro termorregulador del organismo). 

El hipotálamo responde activando los mecanismos necesarios para que comience el proceso de sudoración y, al evaporarse el sudor de la piel, la refrescará y disminuirá la temperatura del cuerpo. 

En el proceso de termorregulación participan también los sistemas endocrino y cardiovascular.
El otro tipo de glándulas sudoríparas tienen menos importancia en el ser humano que en otras especies. 

Son glándulas de mayor tamaño y menos numerosas, reciben el nombre de glándulas apocrinas. Su secreción tiene un componente graso y es responsable en gran medida del olor corporal (muy importante en muchos animales para identificar a sus congéneres y a los depredadores).


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