Día 1. Controla tus pensamientos
Ahora profundicemos en la necesidad de identificar los pensamientos, emociones y conductas que interfieren con tu programa de control de peso.
Un pensamiento es un conjunto de ideas que tiene mucho que ver con nuestras creencias. Por ejemplo, si pensamos “no me gusta hacer ejercicio porque me da mucha hambre” estamos influidos por la creencia de que el hacer ejercicio ocasiona hambre, lo cual no siempre es cierto.
Otro ejemplo es “pienso que hacer ejercicio hace que me duela el cuerpo, tengo miedo de lesionarme o me siento muy viejo para comenzar”. Sin embargo, nunca es tarde para comenzar un programa de acondicionamiento físico y si se hace con cuidado no tenemos por qué experimentar lesiones.
Por otra parte, una emoción es una alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de ciertas manifestaciones corporales.
Por ejemplo, “cuando miro mi cuerpo en el espejo me siento sin esperanza alguna de bajar de peso”. En este caso, experimento una alteración en mi estado de ánimo al verme al espejo.
Ahora bien, una conducta o comportamiento es un conjunto de acciones con las cuales un ser vivo responde a una situación determinada, pero que puede ser modificada si nos damos cuenta de ella.
Por ejemplo, la frase que dice: “aunque no tenga hambre, como cuando veo a otros comer; cuando la comida huele o se ve bien o cuando me apetece determinado alimento”, describe una conducta (comer) que responde a una situación: ver a otros comer, o bien percibir el agradable olor de la comida.
Cada día trata de encontrar patrones de conducta que interfieren con tu programa de control de peso. Anota esas conductas en tu diario y vigila cómo tus nuevos hábitos influyen para ayudarte a modificarlos. ¡Ánimo!
Los siguientes links te ayudarán a guiarte dentro de tu plan:
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